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martes, 24 de julio de 2012


HOY
Hoy ha caído sobre mí el  peso del silencio que habitaba ya en mis labios
Y mi cuerpo se ha rendido, febril y cansado, como un pobre guerrero derrotado.

Hoy han caído desplomados los muros de mi guarida, esos mismos que levanté con mis manos.
He sentido secar bajo mis pies el río que aislaba mi colina
Y he visto abatida la armadura de mi fortaleza, esa en la que tantas veces fui feliz.
Ya no hay  trincheras que me sirvan de escondite. Ni armas, ni tregua.
Y el refugio que antes me protegía es hoy una desolada casa donde el eco retumba.
Todas las fronteras que levanté a mí alrededor, las que me defendían del mundo, han dejado de existir.

 Hoy mi única coraza es mi patente desnudez
Y mi única soberbia mi propia desvalía
Hoy soy un trozo de carne sin apenas dignidad
Vulnerable, frágil, inerme, asustado.

Como una herida sin costra, que si la hurgas escuece.
Con una llaga al rojo vivo.
Con las vísceras abiertas
Como un animal herido. Herido sí,  pero de muerte

lunes, 16 de julio de 2012


  Para ellos.

No para los que rezan, sí para los que luchan
No para los que estáticos cierran los ojos y visualizan cobardemente el verbo desear. Sí para los que actúan,
Y también, para los que aprietan los puños con el coraje y el aplomo que acarrea el triunfo.
Nunca para los que se compadecen de sí mismos pensando eso de “la-vida-jamás-me-regaló-nada”.
Ni tampoco para los que en un día de gris tormenta ven el cielo radiantemente azul. Pero sí para los que viendo el chaparrón calzan dignidad y paragüas y salen a la calle.

Para los que cuentan entre sus logros con el orgullo de haberse hecho a sí mismos. Y el placer de haberse conocido.
Para los que tienen la certeza de que lo que hoy son es el esfuerzo de “muchos” ayer.
Para los que en la cotidianeidad se enriquecen y beben de la fuente que es la vida. Y se empapan.
Para aquellos que con lágrimas en las mejillas y la cara magullada por los golpes aún son capaces de cumplir con la dificil tarea de reconocerse ante el espejo.

Para los que dicen lo que son.
Y , mucho más, para los que son lo que dicen ser.
Para los que no se conforman.
Para los que defienden lo que quieren
Y a quienes quieren.

Para los que siguen dando valor a la palabra.
Para los que acorralan un puñado de sueños en una encrucijada contra sí mismos.
Para los que no escuchan el miedo. O sí, pero caminan sin echar la vista atrás.
Para los que se pasan la vida volviendo a empezar.
Para los que no encuentran, aunque no paran de buscar.
Y, mucho más, para los que buscan sin saber qué buscar.
Para los que viajaron al país de los sueños y aún no regresaron.
Y, mucho más, para los que sí volvieron sin hallarlos, pero volverán a embarcar.

Para ellos, la admiración de quien escribe.
Para ellos, las ilusiones siempre renovadas y la alegría reconfortante de la plenitud.
Para ellos, un calor que arropa en forma de rayos de luz. Un jardín de florido color de primavera que no muere, que nace y renace tras cada paso que den.

Y para ellos, sobre todas las cosas, también

                                                                         EL AMOR.




viernes, 6 de julio de 2012


VIAJAR AL PASADO.

Lo malo de viajar al pasado es un jet lag de estancias vacías,
de soñolientas imágenes que vagan ante tus ojos
a medio camino entre lo irreal y lo que sucedió.

Lo malo de viajar al pasado es la llegada sin recibimiento.
Un aeropuerto desolado como el escenario de un campo de batalla al final de la guerra
Un lugar donde ya no queda nada. Porque ya no existe.


Lo malo de viajar al pasado es tener un único billete de ida sin vuelta.
“Tengo miedo de quedar atrapada en el pasado” (te decía siempre yo)
“Lo malo del pasado es el recuerdo del propio pasado. Los recuerdos son sus arterias y sin ellos deja de vivir” (me decías siempre tú).


El pasado es un dardo envenenado de nostalgia
Un conjunto de vida silenciosa, soterrada en el olvido.
Un desfile de esqueletos malogrados.


El pasado es el escondite perfecto del presente
Y la excusa del futuro.


Yo hoy (ya lo sabes) estoy de viaje por el pasado.
Me asfixio.
Te echo de menos.
Quiero irme, aunque para ello tenga que inventarme una nueva dimensión.