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sábado, 20 de octubre de 2012

Las cosas no han cambiado tanto


Las cosas no han cambiado tanto:

 

Sigo contando con los dedos de una mano

Y mis pies siguen dando pasos largos.

 

Sigo temiendo que salga el monstruo que habita en el armario de mi habitación.

Y sigo siendo  un zombie que derrama el café cada mañana,

Y la duda, que te desespera cada tarde.

 

Ocho horas diarias de trabajo aburrido

Veinticuatro, en un mundo imaginario

Otras tantas, escribiendo relatos.

 

Harta de los mismos prejuicios,

de las excusas que sigo escuchando:

 

 -Eres una tía cañón-

 

 como si eso inmunizara de los verbos querer, sentir y desear

o garantizara una felicidad superior a la de otros.

 

Todavía te sigo esperando,

Suplico tu abrazo

Soñando que te pierdes en mi boca

Y luego, más abajo.

 

Confiando que "la- próxima- será- la -buena"

Con la misma ingenuidad

Convencida de que volveremos a encontrarnos

 

                                                                          en algún lugar del tiempo.

 

 

 

martes, 16 de octubre de 2012

     
 Carta a Nando

Hay días que amanezco con una frase flotando en mi cabeza: la fuerza más poderosa que existe no es otra que la voluntad.
Esta frase, que reconozco ignorar si es literal o no, fue dicha de alguna forma parecida a esta por Albert Einstein; quien a propósito de fuerzas tenía algo que decir.
Te alejas de mi, pero antes me golpeas como un púgil a su saco en un día de entrenamiento.
Quieres así, reunir el valor de juntar puñados de arena recogidos a toda prisa (y que se escapan entre tus dedos) para formar un gigante desierto que nos separe.

Estás equivocado.

Ese inmenso vacío, ese espantoso silencio existía antes que yo. Y nos une.

Esa es la belleza de lo nuestro.

Cuando ella te mira con sus inocentes ojos, comprendes que está sentada –sonriente y balanceando las piernas- sobre tu corazón. Y tú en el suyo.

Y posas tus labios sobre ella con tanta ligereza que te maravillas al pensar

“¿Cómo es posible haber hallado el único oasis de este desierto?”

Con una rápida ráfaga de aire caliente se han esfumado los puñados de arena. Y lo único que parece quedar de ese odioso desierto es su paz.

La tenacidad de mi amor necesita de tu auxilio. Y viceversa.

El miedo en tu cuerpo, mis brazos firmes.

La carcoma de tu madera, sólo tu perseverancia.

Y la fe de los dos.

Un lento y duro camino, sí.

Ya sabemos qué pensaría Einstein acerca de esto.


 



 


 

viernes, 12 de octubre de 2012


CEMENTERIO DE LO NUESTRO.

 

Abre bien la ventana y que entre el aire.

¡Ojalá que la brisa te escarmiente el pelo

en esta habitación donde hasta al aire le falta el aire!

 

Abre bien la ventana para que entre.

¡Ojalá que el aire no sea simple aire, sino un viento virulento!

Y que el viento se convierta en huracán de fuerza diez

O mejor, en tornado.

¡Qué lo rompa todo!

¡Qué todo lo haga añicos!

Qué no deje más que despojos tras su paso.

Que no quede ninguno de los objetos de esta habitación: Ni siquiera yo.

 

 

Y cuando haya pasado el ciclón,

Estaré como siempre he estado: sola.

Sola, en medio de un millar de cenizas de todo lo que jamás seremos: Cementerio de lo nuestro.

 

Si nada te importa

(tal vez ni te importes tú).

Si todo es circunstancial y nada permanece

Si la recompensa no vale el esfuerzo

Si a lo que tú llamas escepticismo yo lo llamo cobardía

Si esto es así, será que el amor te viene grande.

Entonces: Venga,  abre bien la ventana y deja paso a la borrasca

 

¡Que se lo lleve todo!

¡Que no quede nada!

 

Que no quede nada de ti

Que no quede nada de mí

Ni mucho menos de un

                                       nosotros.

 

viernes, 5 de octubre de 2012

                                    Algo Pendiente
En esta obscuridad de improvisadas estrellas construidas por mí
A solas
Estoy yo.
No quiero que pienses que sigo en penumbra, pues lo que ahora siento es plenitud.
Ambos sabemos que tenemos algo pendiente
Y, sin saber exactamente qué
Sí conocíamos el porqué.
Tal vez se tratase de una despedida a lo grande
Solemne y formal
Con puesta de largo
Champán en la mano
Y un sinfín de cumplidos, que no van más allá.
 
Cierto fue que el día que te fuiste
No hubo más que obscuridad sin estrellas, ni tan siquiera improvisadas.
Una estrecha penumbra
Una aplastante soledad
Un pozo de caída infinita
Un terremoto
¡Tanto frío!
 
No quiero que enjugues tus lágrimas por mí, pues como tú siempre decías:
 “esto-forma-parte-de-hacerse-mayor”
Demasiadas palabras no dichas y un corrosivo silencio entre nosotros.
No quiero que entristezcas por ello, pues lo que soy ahora
Te lo debo a ti.
Hoy sé que lo que tenemos pendiente es un reencuentro.
Por sorpresa y casual, como tu marcha.
Con un sol vespertino, que entra por la ventana
Las zapatillas aún desatadas
El cabello revuelto
Mi sonrisa que brilla en tus ojos
Tus ojos, que por fin me hablan.